“Para amar a alguien más debes empezar por amarte a ti mismo”. De seguro has escuchado muchas veces esta frase, pero ¿realmente la has aplicado a tu vida? Es momento de que te lo cuestiones y respondas con honestidad.
Muchas veces nosotros mismos somos quienes más nos criticamos y más nos exigimos, en lugar de aplaudirnos y repetirnos todos los días lo bien que lo estamos haciendo y lo grandes que somos. La verdad es que para nadie es fácil levantarse un día, mirarse al espejo y estar cien por ciento conforme con lo que ve. Aceptarnos con amor es un acto de valentía y para lograrlo, debemos entender que no hay relación más importante que la tengamos con nosotros mismos.
Así que aquí te dejamos 3 consejos que te enseñarán nuevas formas de hacer las paces con tu reflejo para finalmente vivir más feliz.
Mírate sin juzgarte, sin calificarte
Tu juez interno tiene tanta fuerza como la que tú le des. Las palabras positivas son más poderosas de lo que imaginas y llenarte de seguridad y confianza es la mejor arma que tienes para enfrentar una sociedad que se alimenta de tus inseguridades. Así que la próxima vez que te mires al espejo, no solo debes admirar lo que ves, sino que debes estar completamente convencido de que esa persona que está en frente tiene todas las capacidades parar devorarse el mundo si así lo desea.
Enfócate en lo bonito, no en lo malo
Cada día tenemos la posibilidad de ver la vida como una oportunidad o como un problema. Lo mismo pasa con nuestro cuerpo, tenemos 2 opciones siempre: resaltar lo bonito o darle importancia a lo que no nos gusta tanto. Es ahí cuando tu decisión puede cambiarlo todo. Es momento de que te des cuenta que enfocarte en lo que consideras malo, no hará otra cosa más que hacerte sentir peor. Al contrario, reconocer tus atributos y enseñárselos al mundo sin miedo y con orgullo te llenará de seguridad y poder.
Ver lo que no se ve
Desde que somos pequeños nos enseñan a creer que ciertos prototipos de personas son lo más parecido a la perfección y que asemejarnos a eso es lo correcto, pero no es así. Aprende a reconocer lo bonito y lo verdaderamente valioso que hay dentro de ti. ¿Sabes qué hay detrás de esa sonrisa que consideras imperfecta? muchos momentos de risa y felicidad que compartirse al lado de tu familia, y ¿sabes qué dicen esos “kilitos de más” que tanto odias? que te sentiste pleno muchas veces por comer lo que tanto te gustaba junto a tus amigos. Aceptar y recibir lo que no nos gusta tanto, es también un acto de amor.
Trabajar por cultivar el amor propio es una tarea de todos los días, y para que sea un proceso más llevadero y transparente, recuerda siempre esto: tu cuerpo es tu mejor instrumento, tu casa, una verdadera obra de arte.